Amberes (Antwerpen) fue una grata sorpresa. La comparación con las ilustres vecinas Gante y Brujas no le favorece, pero realmente es una ciudad que merece la pena visitar. Me gustó más que Bruselas.
Situada a la orilla del Escalda es uno de los puertos más importantes de Europa, y la segunda ciudad más poblada de Bélgica, además de ser el epicentro del comercio del diamante mundial.
Amberes esencial: la Grote Markt, callejear por el casco histórico, la Calle Meir y la Estación Central.
Junto a la Grote Markt hay un parking subterráneo que es donde dejamos el coche.
Lo primero que vimos es la Grote Makt, que es con razón el principal atractivo de la ciudad.
Nada más llegar llama la atención la estatua dedicada al héroe local Brabo, que según la leyenda cortó la mano al gigante Antigón, que controlaba el río. Por ello uno de los símbolos de Amberes es una mano.
También destacan las casas de los gremios, de los siglos XV y XVI, que para distinguir su oficio colocan en la cúspide una figura dorada referida a éste.
Pero el monumento más importante de esta plaza es el Ayuntamiento, edificio renacentista del siglo XVI y Patrimonio de la Humanidad. Tuvimos la mala suerte de que lo estaban restaurando.
El conjunto de la Plaza es grandioso. Es de las más bonitas en que he estado.
De aquí nos dirigimos hacia la Catedral de Nuestra Señora, subiendo por la calle Oude Koornmarkt, una calle peatonal llena de restaurantes, donde en uno de sus lados se esconde uno de los rincones más pintorescos de la ciudad: el callejón Vlaayskensgang.
Es una pequeña puerta en la parte inferior de una casa, pasa prácticamente inadvertida.
Es muy estrecha, y conserva su aspecto medieval. En ella se encuentra un restaurante.
A continuación nos dirigimos a la Plaza Handschoen Markt donde está la catedral.
Es la mayor catedral gótica de Bélgica, finalizada en el siglo XVI. Alberga obras de Rubens.
En esta plaza llaman la atención un pozo (coronado también por Brabo y la mano del gigante) y una escultura en el suelo frente a la catedral representando a un niño y un perro cubiertos por el pavimento.
Callejeando por los alrededores podemos llegar hasta la plaza Hendrick Conscienceplein.
donde se haya la Iglesia jesuita de San Carlos Borromeo, del siglo XVII, es la iglesia barroca más antigua de Flandes. Inicialmente la decoró Rubens, pero sus obra se perdió.
En esa misma plaza se encuentra la Biblioteca o Nottebohmzaal.
En esta parte del casco histórico podemos ver casas muy antiguas, de puro estilo flamenco.
En esta zona es frecuente ver imágenes de vírgenes en esquinas de las fachadas de algunas casas por dos razones, porque la zona de Flandes fue llamada Países Bajos del sur, y estuvo bajo control español y católico hasta 1704 y porque las casas que mostraban estas imágenes eran exentas de pagar un impuesto.
Antes de ir hacia zonas más nuevas, pasamos por la plaza Groen Plaats, contigua a la de la Catedral, y donde destaca una estatua dedicada al famoso pintor local Pedro Pablo Rubens.
De fondo se aprecia la Catedral.
Muy cerca de aquí, en dirección a la calle Meir vemos el primer rascacielos construido en Europa, en 1931, llamada Boentoren. Mide 97 metros de altura.
Desde este punto tomamos la calle Meir, una larga calle peatonal que casi llega hasta la Estación Central, llena de tiendas.
En la mitad de la calle Meir, está el antiguo palacio Real o Palacio de Meir. Fue habilitado como residencia real por Napoleón.
Actualmente una parte es hotel, con una terraza para tomar algo y otra parte es una lujosa chocolatería.
Saliendo de este palacio y girando a la derecha, llegamos en dos minutos a la Casa Museo de Rubens.
En ella más que ver obras del pintor, se puede ver el estilo de vida de la época.
Siguiendo por la calle Meir, llegamos a unas galerías situadas en el interior de un llamativo edificio neoclásico de 1908, el Stadsfeestzaal.
En general toda la calle es bastante interesante. Da una sensación de capital europea.
Antes de llegar a la Estación Central, pasamos por delante de la Ópera de Amberes.
Nos desviamos a la Plaza Franklin Roosevelt.
De aquí vamos a la Astrid Koningin Plein, una amplia plaza frente al zoo y la Estación Central donde hay situada una noria.
También está la entrada al barrio chino.
Antes de entrar en la Estación Central, nos acercamos a ver el zoo; hay un parque de libre acceso frente a él en el que se pueden ver algunos flamencos.
Entramos a la famosa y bonita Estación Central de Amberes. Considerada una de las más bonitas del mundo.
En la zona de andenes, hay hasta tres niveles de trenes, intercalando plantas de servicios.
Al salir de la Estación una larga calle comercial conduce a la calle Meir y casco histórico.
Pero a la izquierda de la Estación (derecha en la foto), está el barrio de los diamantes, en el que podemos ver un montón de joyerías. Es un barrio en que se parecía presencia judía, con algún atuendo tradicional. Hay protección del ejército en esta zona.
Desde aquí nos dirigimos nuevamente hacia el centro, dirección los muelles, recorriendo algunas calles y edificios que quedan al costado de la calle Meir.
Primeramente pasamos por un amplio parque, Stadpark.
Siguiente hito es la Theaterplein, donde está el Teatro Municipal.
Seguidamente encontramos un grupo de calles peatonales que comunican a través de la calle en la que está la casa museo de Rubens con la calle Meir.
En una de ellas hay un establecimiento de patatas fritas Atelier, al que luego me referiré.
Muy cerca está el Bourlaschouwburg o teatro Bourla. de fachada semicircular, y adornado con estatuas en la parte superior. En la calle Komedie Plaats.
En esta zona abundan las tiendas de marcas de reconocido prestigio, así como coches deportivos de marcas no habituales.
Seguimos casi en línea recta camino de los muelles, y pasamos por delante del Museo de la Moda, MoMu; y es que la moda es algo muy importante en Amberes, contando con academias y cursos universitarios dedicados a esta disciplina.
A un par de minutos encontramos la Vrijdagmarkt, en la que destaca el museo Plantin Moretus dedicado a la imprenta.
Antes de llegar al muelle, en la plaza Sint-Jansvliet se encuentra uno de los elementos más sorprendentes de Amberes: el túnel de Santa Ana. El acceso es un edificio que puede pasar inadvertido.
Se trata de un túnel que comunica las dos orillas del Escalda, con una longitud de 572 metros. Para llegar al túnel hay que descender 30 metros, bien en ascensor bien en unas fabulosas escaleras mecánicas de madera construidas en 1931, las primeras que se construyeron.
Todo es original. Me pareció impresionante.
Desde esta plaza donde está la entrada al túnel hay una calle muy comercial, Hoogstraat, que comunica directamente con la Grote Markt.
Previamente recomiendo asomarse al muelle para ver parte del importante puerto de Amberes.
Al final de un pequeño pase elevado sobre el río, llegamos a una calle que lleva directamente a la Catedral y la Grote Markt.
Por último, cien metros más adelante, en la orilla del río, está el castillo (Steen) de Amberes: La construcción más antigua de la ciudad. Se construyó en el siglo XIII, como consecuencia de ataques vikingos.
Un lugar muy interesante al que no pudimos ir, es el Museo de Bellas Artes, que queda un poco alejado del centro.
Donde sí nos acercamos es al Museo Mas, un moderno edificio que tiene la particularidad, que pese a ser un museo la entrada es libre.
En Amberes al igual que en otras ciudades del Norte de Europa están desarrollando un gusto por los edificios modernos, cosa que puede apreciarse a simple vista.
Otro edificio llamativo, que está en el puerto, es el Havenhuis, o sede la autoridad portuaria de Amberes.
Amberes es en definitiva una visita muy recomendable, para un día largo, mínimo.
Información turística de Amberes.
Para picar algo estuvimos en Frites Atelier, en la calle Korte Gasthuisstraat 32 (cerca del teatro Bourla), una franquicia de la región, y fue una grata sorpresa, lo encontramos de casualidad, y nos atrajo porque en el exterior tenían unas muestras para probar de las salsas y las patatas, así que entramos.
Había varios tipos de salsas, de las cuales puedes dispensar lo que quieras. En cuanto a las patatas, hay de varios tipos, desde las sencillas de 3.75 euros hasta otras más sofisticadas como las Flemish Beef Stew, que llevan carne y estaban muy buenas, por 8.75 euros y las Olive & Catalan Cream por 7.50 €
El local es bonito por dentro.