El Castillo de Haar se encuentra a medio camino entre Amsterdam y Utrecht, 15-20 minutos de cada una).
Es una edificación del siglo XIV que fue destruida durante la guerra con Francia en el siglo XVII y posteriormente reconstruido en el siglo XIX como era originalmente.
Es un castillo imponente que recuerda mucho a los del Loira en Francia. La visita de la parte exterior es muy cómoda, se realiza en hora y media y es muy vistosa, merece la pena pasear por sus jardines. Además hay un parque con ciervos. Un lugar muy bonito,
Hay un amplio parking en el exterior (cuesta 6 euros). Hay dos modalidades de entrada, la que incluye el interior del castillo y el parque y los jardines, o bien solo el parque y los jardines.
Nada más llegar vemos que el castillo está amurallado y rodeado por un foso.
A continuación hay un patio cerrado en el que está el edificio donde se compran las entradas, otro edificio con WC, y otro con un restaurante.
Desde el edificio donde se adquieren las entradas se sale directamente a los jardines que rodean el castillo.
Lo primero que se ve es el Jardín de las Rosas, con el castillo de fondo. Hay más de mil rosas y 79 tipos diferentes.
Contiguo a éste esta el parterre.
Desde aqui nos dirigimos hacia el Jardín romano, que es el más vistoso por el colorido de sus flores.
Por el camino vemos el Castillo rodeado por su foso.
Junto al castillo hay una pequeña capilla, en una pequeña isla, a la que se accede cruzando un puente.
El agua y la naturaleza están muy presentes en este complejo.
A continuación llegamos a la entrada al castillo y su patio principal.
Desde aqui seguimos por el Gran Canal, en el que los cisnes campan a sus anchas.
Hacia la mita del Gran Canal, en la parte izquierda encontramos una antigua pista de tenis, de primeros de siglo, y un laberinto, del que no resultó fácil salir.
Seguimos el camino bordeando el Gran Canal y el Parque de los Ciervos y llegamos a un puente de madera bastante original.
A continuación nos detenemos en el Parque de los Ciervos para verlos de cerca. Son muy dóciles y comen de la mano de los humanos.
De vuelta al castillo paramos a tomar algo en un pequeño bar que hay junto al Gran Canal.
En definitiva una bonita visita, tanto para los adultos como para los niños.
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