El Chateau de Cheverny se terminó en 1634 y no tiene ningún aspecto de castillo o fortaleza, más bien es una residencia palaciega. Cuenta con una gran extensión de bosques a su alrededor y sobre todo con numerosos perros empleados para la caza del ciervo.
Su propietario actual es descendiente de los originales que construyeron el castillo.
En el interior, como en el resto de Chateaux, tapices, muebles de época, armaduras etc…
En la parte posterior del castillo, hay algunos bancos para sentarse, jardines y algún estanque.
La entrada incluye una paseo por la finca en vehículo eléctrico para observar la variedad de árboles que contiene, destacando las sequoias gigantes.
El vehículo deja en un muelle donde se coge una barca que hace un recorrido por un canal, desde el cual podemos apreciar la vegetación.
De todas formas lo que resulta más llamativa, para mi, de este castillo, lo que lo caracteriza es poder ver el espectáculo de las decenas de perros casi un centenar, que cada día a las 17 h. reciben su comida.
En los momentos previos se aprecian sus nervios, más aun mientras los cuidadores van preparando las piezas de carne en el suelo; los perros esperan disciplinadamente la señal para lanzarse sobre la comida, y una vez que se da se abalanzan en un sálvese quién pueda sobre la comida. En pocos minutos no queda ni rastro.
Estos perros se emplean para la caza del zorro.