Friburgo es una ciudad a medio camino entre Berna y el lago Leman, está muy cerca de la autopista que une ambos puntos lo que facilita su acceso. Está en el límite entre la zona alemana y la zona francesa, por lo que tienen vigencia ambos idiomas lo que la convierten en una ciudad bilingüe.
Fue fundada en el siglo XII como plaza fuerte amurallada; actualmente se caracteriza por su todavía carácter medieval. Está construída sobre un promontorio rodeado por el río Saane, lo que supone que hay una parte alta y una parte baja en la ciudad. La parte medieval está en la baja.
En la parte alta, lo más importante son la Catedral y el Ayuntamiento, así como recorrer sus calles peatonales. La parte baja es completamente diferente, parece otra ciudad, totalmente medieval.
Nosotros empezamos viendo la parte alta, donde como decía hay dos edificios singulares, el Ayuntamiento, del siglo XVI, acompañado de la típica fuente suiza.
Está situado hacia la mitad de la parte alta. La parte mas alta de la ciudad está con uno de los barrios de la parte baja mediante un funicular.
Hay una calle, en cuesta que sube desde la parte más alta a la más baja, es peatonal y es donde se concentran los comercios de la ciudad.
No lejos del ayuntamiento está la Catedral de San Nicolás, de estilo gótico, se empezó a construir en el siglo XIII; lo más destacable es su torre campanario de 75 metros de altura.
En general la tonalidad de los edificios de Friburgo es muy clara, tonos pastel poco llamativos, combinados con grises.
Es una ciudad con una línea muy parecida. De hecho la parte alta a mi me pareció aburrida, sin nada destacable; para colmo nos tocó un día gris y lluvioso.
Cambié de opinión al visitar la parte baja medieval.
Se puede apreciar perfectamente el perímetro amurallada, muy bien conservado, y algunas de las torres defensivas, que están en muy buen estado.
Una vez pasada esta puerta, hay un cambio radical en la ciudad, como decía antes, parece otra.
El suelo es de pavés, y las casas ya no son bloques, son edificios medievales.
Lo que más destaca en esta zona es el Puente de Berna, típico puente de madera suizo, pero con la singularidad de que es más ancho que los que habíamos visto en Lucerna y Thun y que los coches circulan por él. Se construyó en el siglo XIII.
Seguimos recorriendo este barrio y observando sus calles.
Se llega a la Plaza de Petit Sant Jean, que es muy grande pero no peatonal, está con muchos coches aparcados con lo que pierde el encanto.
Un poco más adelante está el Puente de Sant Jean, desde donde se tiene una bonita vista.
Existe la posibilidad de subir a una de las torres defensivas que está en uno de los promontorios que rodean la ciudad, las vistas generales de Friburgo merecen la pena.
Tras pasar esta torre, se abre un mirador sobre la ciudad.
Existe la posiblidad de coger un tren turístico que recorre toda la ciudad, incluso llega hasta este mirador.
En suma una ciudad que tiene alguna cosa curiosa, pero que no la situaría como una prioridad. Si se tiene tiempo de sobra, se puede visitar pero desde luego no es imprescindible: en Suiza hay muchisimos sitios más interesantes.