Peñíscola (Castellón) es uno de los pueblo más bonitos de España. A lo espectacular de su emplazamiento, a lo llamativo de su castillo, a lo bonito de sus murallas y sus calles se añaden su clima y sus playas. Es junto a Morella, lo más destacable de la provincia de Castellón.
Su personaje más famoso es el Papa Luna, Benedicto XIII, elegido en Aviñón en 1394.
Una visita a Peñíscola:
Visitar el Castillo del Papa Luna y callejear por las calles del casco antiguo. 5/5 Imprescindible
Pasear por su paseo marítimo y disfrutar de la playa. 4/5 Muy recomendable
Visitar playas naturales como la de Pebret o la de Irta. 4/5 Muy recomendable
Hay un paseo que bordeando la costa, lleva hasta la vecina localidad de Benicarló.
Lo más importante es el Castillo del Papa Luna y el casco antiguo en el que hay rincones verdaderamente bonitos y sus extensas playas a los pies del promontorio.
El aparcamiento es regulado, hay un parking subterráneo muy caro por lo que recomiendo dejarlo fuera y poner ticket.
Podemos empezar el recorrido frente al letrero de Peñíscola y el parque infantil con forma de dragón.
Siguiendo el paseo hacia el casco viejo recomiendo desviarse por la calle Calabuch o la de Porteta, a los pies de la muralla, con el mar casi al borde. Es una zona de tiendas y restaurantes al borde del mar. Se aprecia la muralla, sus bastiones…
A continuación accedemos al casco antiguo, recomiendo tanto callejear por el interior, como bordear todo el promontorio.
Lo primero que veremos es la imponente subida al Portal Fosc, esta parte de las murallas es del siglo XVI, y fue promovida por Felipe II.
En Peñíscola se han rodado importantes películas y series, como «El Cid» en 1961 con Charlton Heston y Sofía Loren, y más recientemente la serie «Juego de Tronos».
Este portal, presidido por el escudo de Felipe II, fue el único acceso por tierra hasta el siglo XVIII en que se habilitó el Portal de Santa María.
Antes de detallar lo que podemos encontrar en esta parte baja, nos dirigimos al Castillo y los jardines del Parque de Artillería, que es lo más llamativo y pintoresco del casco antiguo.
La entrada es conjunta, y se pueden visitar en días diferentes. Las entradas se adquieren en el Faro de Peñíscola, que es contiguo al Castillo. Información práctica.
La mejor hora para visitar ambos lugares es el atardecer, por eso yo particularmente lo hice en dos días consecutivos. El sol del atardecer proyectado sobre la piedra del castillo, y el azul profundo del mar… merecen la pena esperar a ese momento. También recomiendo un paseo nocturno, de noche está muy bien iluminada.
Los jardines del Parque de Artillería están orientados hacia la Playa del Norte, mirando a Benicarló. Es muy bonito el contraste del color dorado de la piedra, el azul del mar y el verde de la vegetación.
Es un lugar perfecto para sentarse y descansar. Se sienta la brisa marina, la sombra de las palmeras…
Desde aqui, ascendiendo por una leve pendiente llegamos a la parte más alta, la Plaza De Armas.
La Plaza de Armas tiene numerosos establecimientos hosteleros a su alrededor, pero lo que más llama la atención es la Iglesia de Nuestra Señora de la Ermitana y el Castillo de Peñíscola, ambos contiguos.
Entre ambos hay una escultura dedicada a Benedicto XIII, el Papa Luna, que ejerció de Papa durante el Cisma de Occidente a finales del siglo XIV y residió en este castillo. Su escudo de armas está presente en el Castillo.
El Castillo originalmente fue construido por los templarios a finales del siglo XIII, sobre una antigua fortaleza musulmana. Se hizo famoso al convertirse en residencia del Papa Luna en 1411.
Hay una serie de dependencias habilitadas como museo (muy acertadamente) que muestran la historia y evolución del castillo así como la Historia de la Orden del Temple, también hay objetos como escudos, lanzas, espadas…También se visita el Salón del Trono, la Capilla, y las dependencias pontificias.
Pero sobre todo, para mi, lo más importante es asomarse a sus almenas y disfrutar de las vistas en cualquier dirección. La subida a la torre merece la pena.
Justo debajo del castillo se encuentra el Faro, construido en 1899,que es donde se adquieren las entradas.
Una vez visitado el Castillo nos podemos perder por las callejuelas llenas de restaurantes donde ofrecen lo más típico de la gastronomía local.
Aunque las mesas de los restaurantes y tascas proliferan por todo el casco viejo, hay una calle especialmente repleta, la calle Jaime Sanz, en la que se encuentra el establecimiento Territorio Lampiño, que ocupa media calle y recomiendo ir. La calidad del producto es muy buena. Pescadito frito, croquetas, calamares, sepia, navajas, puntillitas…
Es muy recomendable seguir el paseo alrededor de la muralla, de forma perimetral, para poder ver algunos de los elementos más típicos de Peñíscola. Uno de ellos es la Casa de las Conchas. Muy cerca del Faro.
Siguiendo el paseo hacia la zona portuaria, vemos las típicas casas blancas, seña de identidad de la localidad.
En este paseo encontramos el Bufador, un túnel u orificio natural que comunica directamente con el mar, y que con motivo del choque de las olas, produce un sonido característico.
El laberinto de callejuelas nos permite volver a subir, si queremos a la parte alta.
Al final del paseo llegamos al Portal de Sant Pere o del Papa Luna, del siglo XV, y cuya construcción fue ordenada por el Papa Luna, por ello lleva su escudo.
A través de este portal podemos pasar a la zona portuaria cruzando un pequeño puente o seguir hacia el Portal de Santa Santa María.
En la parte inferior se encuentra el Portal de Santa María, el último que se realizó, a ras de suelo, en 1754.
Justo encima del Portal de Santa María se encuentra el Portal de Fosc. Ambos portales comunican, o son una vía de acceso a esta parte baja de la ciudad. Uno por arriba y otro por abajo.
Los caminos confluyen en la Plaza del Ayuntamiento. El Ayuntamiento es un edificio del siglo XVI.
Frente a él hay una pequeña fuente incrustada en la muralla.
También parte de aqui la Calle Mayor, que ya nos permite vislumbrar el estilo que vamos a encontrar por toda la localidad.
Muy cerca encontramos algunos rincones que no suelen ser tan visitados como otros. Como la Ermita de Santa Ana, el Portal del Desafío o la Iglesia de Santa María.
La Ermita de Santa Ana, está pegada a la muralla, es muy pequeña y fue reconstruida tras la Guerra de la Independencia.
Casi pasa desapercibida, al estar rodeada de casas. En línea recta subiendo por esa misma calle llegamos a la Iglesia de Santa María, la primera que se construyó tras la reconquista a los musulmanes; posteriormente ha sido ampliada y reconstruida en diversos estilos.
Muy cerca está el portal del Desafío.
Esto sería lo que habría que visitar en el casco histórico.
En cuanto a las playas de Peñíscola, en el entorno urbano hay dos, la del Norte, la más bonita y típica, que se extiende hasta Benicarló, y la del Sur, junto al puerto.
A unos kilómetros podemos llegar a playas naturales, camino de l Sierra de Irta, como la playa del Pebret, o la de Irta.
Playa Norte.
No se debe venir a Peñíscola e irse sin probar la playa Norte. Hay multitud de servicios, y suele haber mucha gente.
En las zonas más próximas a la ciudad antigua hay que avanzar mucho para que el agua llegue a cubrir. Es bastante segura.
Al atardecer apreciamos otras tonalidades.
Playa Sur.
Situada al abrigo del puerto, está muy protegida. Apenas cubre, pero el fondo es un poco fangoso, no es la arena de la del norte.
También recomiendo si es posible ir a las playas naturales en el camino de Sierra de Irta. Para acceder a ellas cogemos el camino de sierra de Irta, que pasa justo delante de la Playa Sur.
Se tardan unos 20 minutos, son como10 km escasos, la carretera es estrecha, en algún tramo es empinada peor merece la pena tanto el camino como las playas, menos masificadas que las urbanas.
La primera que encontramos es la Caleta del Moro. Es pedregosa, con poca arena y es pequeña, pero ofrece una bonita vista de la cara Sur de Peñíscola.
Pasada esta cala entramos en una pista, con unas vistas realmente bonitas.
En el camino, en su punto más alto, encontramos la Torre Badum, torre vigía situada a 100 metros de altura sobre el acantilado. Probablemente de origen musulmán.
Desde ella vemos perfectamente la costa en la que se encuentran las playas de Pebret e Irta, y su camino.
Este mismo camino a la vuelta ofrece vistas sobre Peñíscola en la lejanía.
Las primeras playas que encontramos son las de Russo y Pebret, que son contiguas y ambas de arena, se puede ir de una a otra. A mi particularmente me gustó más la de Pebret, tiene un camping más amplio, así como una zona de picnic con mesas justo donde empieza el camino que lleva a la duna de Pebret.
En la lejanía se aprecian Peñíscola y la Torre Badum.
Son playas con menos afluencia de público que lógicamente las que están al pie de los hoteles.
Justo aqui se inicia el camino hacia la duna de Pebret.
Unos minutos más adelante, siguiendo la carretera, como a 3 km, está la última de estas playas, la playa de Irta. También cuenta con aparcamiento, pero no es de arena totalmente, hay bastantes piedras y conchas, no están «cómoda» como la de Pebret. Aunque también tiene su encanto, sobre todo el entorno tan natural.
Al meterte en el agua hay mucha piedra y roca.
En definitiva, Peñíscola, un magnífico lugar para pasar unos días. También se puede hacer la excursión a Morella, pueblo medieval del interior de la provincia de Castellón.