Salzburgo (Austria) realmente es un sitio privilegiado. Una ciudad monumental muy bonita con una calidad de vida envidiable.
Además de noche tiene muchísima vida, al menos en agosto, la gente (supongo que locales) va vestida casi de gala, parece una boda, algunos con trajes típicos de la región. Restaurantes, conciertos, ópera…impresionante. Las calles son amplias, y con tiendas y restaurantes de nivel. Los edificios muy bien iluminados, conciertos al aire libre, plazas enormes, edificios señoriales, iglesias…Absolutamente recomendable. Además es Patrimonio de la Humanidad.
Salzburgo, por la situación del sol tiene una luz mucho más bonita por la tarde que por la mañana. Al menos, para pasear por la zona del río opuesta al castillo es mejor por la tarde.
Salzburgo se puede ver en un día aunque nosotros lo usamos de base para visitar lugares próximos e imprescindibles como Berchtesgaden, Munich, Hallstat, Dachau, Innsbruck, Alpbach, e incluso Viena; por la noche nos dábamos un paseo por Salzburgo.
Un Salzburgo imprescindible sería callejear por el casco viejo recorriendo sus calles peatonales y sus plazas, dar un paseo siguiendo el curso del río hacia el Palacio de Mirabel, y tomar algo en la cervecería Augustiner Braustubl.
Empezamos a primera hora de la mañana por el castillo (si bien no es nada del otro mundo, salvo las vistas):
Fortaleza de Hohensalzburg.
Es la mayor y mejor conservada fortaleza de Europa Central, evolucionada a lo largo de los siglos, desde tiempo de los romanos, el aspecto actual comenzó a gestarse en el siglo XI.
Se puede subir andando (el castillo está a 600 metros de altura. La subida es dura ) pero para ahorrar tiempo otra opción es el funicular. Se llega desde la Kapitelplatz, subiendo por una calle situada en el extremo contiguo a la plaza de la Catedral (Domplatz), subiendo en dirección al monte. Se coge una entrada conjunta para funicular y entrada al castillo.
En la parte derecha, en el borde de la foto superior, se ve el camino iluminado del funicular.
A las 10 de la mañana no había nada de cola, más tarde sobre las 11.30 h sí que la había, pero tampoco exagerada. El funicular te deja arriba en 30 segundos.
Una vez allí lo primero que se hace es admirar las vistas sobre la ciudad.
Después siguiendo el recorrido marcado se pasa por una serie de salas desde una con cuadros obispos, una sala de torturas etc…se sube a la Torre, se visita el museo de un regimiento legendario austriaco que prestó servicio entre el siglo XVII y el siglo XX, salas con exposición de armaduras, otras de objetos antiguos etc…
Si te sobra el tiempo puede estar bien subir, pero no es imprescindible. Es decir, si tienes el tiempo justo para ver la ciudad, es mejor dedicarlos a la ciudad en sí, a callejear, en mi opinión.
Justo al bajar del funicular, hay una fuente con agua de Salzburgo desalinizada, que según indican, es la más pura del mundo.
Y ya en la calle, a 10 metros está la entrada al cementerio de San Peter en donde también hay unas catacumbas y la iglesia del mismo nombre.
Como es día 15 de agosto, festivo, hay un “concierto” de campanadas de todas las iglesias a la vez, impresionante.
Después de ver la iglesia de San Pedro, hemos ido a la Catedral, barroca. La cúpula es lo más destacado.
Después de visitarla por dentro, hemos ido a la Residentzplaz, la plaza contigua, en el costado de la Catedral, desde la que salen las calesas. Hemos cogido una, 48 euros una vuelta de 25 minutos. También se podía de 50 minutos por 96 euros.
La calesa hace un pequeño recorrido por el casco histórico y sale hacia el río por donde discurre en paralelo unos minutos. Una experiencia sobre todo para los niños.
De ahí nos hemos dirigido a la iglesia de San Francisco, en que su nave principal destaca por su sobriedad y altura, las columnas que la sostienen parecen palmeras gigantes.
Más allá, siguiendo la montaña hemos ido al abrevadero, edificación mandada construir por un obispo para limpiar sus caballos.
Desde ahí se llega al Augustiner Braustubl en la calle Lindhofstrasse 7, cervecería tradicional, que no abren hasta las 15 h, y en festivos y fines de semana hasta las 14.30 h. De tal forma que para hacer tiempo hemos ido a ver los jardines de Mirabel que están enfrente de este restaurante al otro lado del río, cruzando el puente.
Frente a la entrada a los jardines y Palacio de Mirabel, hay un parque con un mercadillo y muy animado, con mesas bajo los árboles, música regional en directo etc…
Los jardines del palacio de Mirabel son de libre acceso, tienen como fondo la fortaleza de Salzburgo y las torres de sus iglesias, hay una fuente en el centro de los jardines y están repletos de vistosas flores.
Son un sitio muy agradable para pasear y descansar un rato.
Después hemos vuelto a la cervecería Augustiner Braustubl en la calle Lindhofstrasse 7, enfrente, junto a una iglesia cruzando el río; es el local más sorprendente en el que he estado. Es una discreta puerta, enfrente de una iglesia, no se ve trasiego de gente, no parece una cervecería, entras y hay un pasillo que parece de una vivienda, que da a otra puerta, y otro pasillo con la imagen de un santo, y después unas escaleras, que parecen más de un monasterio que una cervecería.
Hay tres comedores interiores enormes, y también un jardín. El jardín estaba abarrotado, pero no nos importó, porque dentro se estaba de maravilla, y el comedor era muy bonito.
Para conseguir la cerveza hay que ir al sitio donde la sirven, al final de la galería; pagas lo que vayas a tomar, coges el ticket y la jarra de medio litro o litro entero, la pasas por agua y te la llenan. Medio litro eran 3 euros, y el litro 6 euros. En verano para llenar la cerveza hay que bajar al jardín, que es donde está la mayoría de la gente. Aparte de este comedor interior, vimos otros dos iguales.
Hemos tomado snitzel (filete empanado) con patatas fritas para los niños, un par de salchichas bratwurst, un codillo y una patata cocida. Casi 60 euros todo. No es barato y la comida es normal, no es un delicatesen, pero el sitio para mi merece la pena. La cerveza es muy suave, se bebe muy fácil. Merece la pena ir aunque sea solo a tomar una cerveza. Nos ha gustado tanto que hemos comprado una jarra de recuerdo (6 euros).
Después de eso hemos vuelto a cruzar el río, cruzando el puente hacia Mirabel para ir bordeando el río hacia la zona donde está la casa donde residió Mozart. Por la orilla del rio, a medida que te acercas la vista de Salzburgo mejora.
Esta foto por la posición del sol hay que sacarla a media tarde. Si se saca por la mañana el sol de frente dificulta la vista y la foto.
Por esa orilla del río se llega al puente Mkarsteg, inconfundible por los candados que tiene en la barandilla y que va dejando la gente…y justo enfrente de su entrada está la plaza Makarplatz donde está la casa que fue residencia de Mozart, que no hemos visitado porque, casualidad, hoy no se podía.
Siguiendo en este lado del río, nos hemos dirigido a la calle Linzergasse, muy comercial y peatonal. Desde ella se puede subir hacia el monasterio de los capuchinos; en el camino hay miradores que ofrecen una vista en perspectiva del otro lado de Salzburgo. Hemos llegado al primero y la verdad es que ha sido un esfuerzo, bastante cuesta, y con calor, que no merece la pena. La vista está bien sí, pero si no te sobra el tiempo o no te quieres cansar, no merece la pena. Con la vista desde el río mencionada antes es suficiente.
La mejor vista para mi es desde poco antes del puente Mkarsteg, el de los candados, más que esta.
Desde aquí nos hemos dirigido a la calle más importante de Salzburgo, una calle comercial espectacular, Getreidegase, por el nivel de las tiendas, los letreros, los edificios…
De esta calle van partiendo pequeños pasos o túneles que conectan con patios, otras calles, otras plazas… esta calle tiene un sentido circular y se une a otras calles que de alguna forma van rodeando el casco histórico.
Así hemos llegado a la casa natal de Mozart. Hemos dudado si visitarla o no pero ya que estábamos allí.. Realmente no tiene gran cosa, se ve la habitación donde nació, cuadros con retratos suyos y de la familia… se cuenta la historia de la familia, se ven algunas copias de cartas suyas, alguna partitura … pero no gran cosa.
Justo enfrente hay una fuente de agua potable, que se agradece en verano, son unos bloques de mármol que pasan inadvertidos.
En la plaza Alter Markt, una plaza rectangular en la que en una esquina está el café Tomaselli, el más antiguo de Salzburgo, donde el propio Mozart solía acudir.
Al fondo la plaza, lindando con la Judengasse, hay un puesto de salchichas muy frecuentado; probamos las salchichas y muy bien.
Otra plaza a destacar es la de Mozart, Mozartplatz, con su monumento inaugurado en el siglo XIX, en presencia de dos de sus hijos, y junto al museo de Salzburgo.
Esta foto está sacada entre la Residentzplatz y la Mozartplatz.
La tipografía de las calles es también muy característica.
Salzburgo es especialmente bonita de noche, se iluminan todos los monumentos, y pasear por sus calles es una gran experiencia. Hay mucho ambiente por los conciertos que hay. El funicular funciona hasta las 22h, hay quien sube a la terraza del castillo donde hay un restaurante para tomar algo o ver las vistas de la ciudad iluminada.
En definitiva, una ciudad digna de visitar. Merece la pena el viaje.
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