Santorini es una de las islas griegas más conocidas por la icónica imagen de la cúpula azul sobre el mar.
Es una isla que se puede visitar en un día.
En Griego se llama Thira. El acceso bien por aire, bien por mar es espectacular. La isla es un antiguo volcán, que se desplomó, quedando la mitad al aire, y por ello la isla tiene forma de media luna.
Es muy bonito ver el blanco de las casas en el borde del cráter.
Cuando se llega por barco, lo habitual es que atraque al pie de la capital de la isla, Firá, en un pequeño puerto llamado Skala.
Desde el puerto es impresionante ver en las paredes del acantilado, los diferentes estratos con distintos materiales y sus diversos colores y tonalidades formando franjas.
Para subir a la ciudad hay tres formas, subir andando por el sendero que conduce hasta arriba, son casi 600 escalones; otra alternativa es subir en burro, lo más típico, o lo más práctico y rápido que es hacerlo en teleférico.
Nosotros subimos en teleférico y bajamos andando. Ojo porque al bajar está lleno de los restos de emiten los asnos y hay que ir esquivando «minas».
Una vez arriba, si lo que se quiere es ver la clásica estampa de la iglesia ortodoxa con su cúpula azul con el mar de fondo, hay que ir al pueblo que está en el extremo de la isla, Oia. Para llegar a Ia se puede hacer en taxi que es lo más cómodo, o en autobús, que es más económico. Se tarda menos de media hora en llegar.
El autobús se coge en la Plaza Central, está a unos 10 minutos de donde deja el teleférico, caminando hacia el interior. La estación en sí es una explanada con varios autobuses aparcados, de diversos colores; para coger el billete hay una pequeña caseta.
Una vez que llegamos a Oia, pasamos por una plaza donde está la iglesia principal, y nos acercamos a las calles que bordean el acantilado. Desde ahí las vistas con muy bonitas tanto hacia el mar, como en la lejanía hacia la capital Firá.
Es una calle estrecha y alargada, en la que hay alguna taberna, puestos de cerámica de la región…
Vemos como las casas están construidas en cascada sobre el acantilado. Es un paseo muy bonito. Da mucho juego para fotografías.
Finalmente se llega a una especie de plataforma desde que hay una vista muy bonita tanto del cráter y su bahía como del resto del pueblo.
Retrocedemos el camino y cogiendo otra vez el autobús, regresamos a la capital Firá. La diferencia es que las calles más comerciales, y más típicas, estrechas y blancas, son interiores.
También hay un paseo que bordea la costa, pero no es posible localizar la famosa cúpula azul.
En Firá hay establecimientos de calidad, de artesanía, de joyas, de recuerdos, amén de restaurantes.
Como no hay ningún monumento en especial para ver, se trata de callejear y asomarse al acantilado para ver el cráter y los grandes barcos fondeados.
En el centro del cráter hay una pequeña isla que se puede visitar. Hay que coger unos barcos que te llevan hasta allí. Existe la posibilidad de bañarse en aguas termales, y además se hace un pequeño recorrido a pie.
Para bajar de nuevo al puerto, lo hicimos por las escaleras, mientras disfrutábamos de las vistas al atardecer.
Con un poco de organización se puede hacer todo en un día, y llevarse un excelente recuerdo.
Más información en:
https://www.visit-santorini.com/